miércoles, 14 de julio de 2010

LA COSA PÚBLICA

*LECCIONES DE LA ELECCIÓN

*EL VOTO ANTIPRIISTA HISTÓRICO, NO SÓLO PREVALECE, SINO QUE CRECE SIN MAYOR ALIENTO OPOSITOR…

POR JOSÉ HUGO TREJO

(AGENCIA NOTISIFA) La elección del pasado 4 de julio en Quintana Roo dejó muy claro que el único voto duro que prevalece en la entidad, es el que se emite en contra del Partido Revolucionario Institucional, PRI, por ser la organización política que ha ejercido gobierno desde el origen de la entidad, tanto a nivel estatal como en la mayor parte de los municipios.

El ejercicio de gobierno provoca de manera natural un desgaste político-electoral para el partido o la persona que lo encabeza. Eso ha demostrado la historia en la mayor parte de las democracias, incluida la mexicana que durante mucho tiempo parecía mantenerse contra natura, por la predominancia que impuso el priismo en la Presidencia de la República durante más de setenta años.

Ese desgaste por el ejercicio gubernamental es el factor de cambio más difícil de sortear por los partidos políticos que intentan perpetuarse en el poder y es el que más influye en la alternancia que se manifiesta en los gobiernos de las democracias más acabadas del planeta, como la norteamericana y la mayor parte de las europeas. Al mismo también se deben los cambios de partidos registrados en los gobiernos de algunos de los estados de la república, como son los casos del vecino Yucatán, así como Zacatecas, Aguascalientes y Nuevo León, por citar algunos casos.

En Quintana Roo ese desgaste del PRI como partido en el gobierno, comenzó por afectar la hegemonía priista en el municipio más importante por su densidad geográfica como por su actividad económica, Benito Juárez. Primero, porque fue ahí que en 1993 surgió la primer expectativa aliancista opositora para hacer frente al tricolor, cuando los partidos Acción Nacional, PAN; y de la Revolución Democrática, PRD, combinaron sus fuerzas para postular un candidato común, el ya fallecido Eduardo Pacho Sánchez, a la presidencia municipal, frustrándose su objetivo por la renuncia de este personaje en la víspera de la elección.

En la elección local de 1996 el voto contra el PRI se concretó en el triunfo que obtuvo el panista Antonio Rico Lomelí en el Distrito XII, para convertirse en el primer legislador estatal opositor de mayoría relativa en la historia de Quintana Roo. La inconformidad ciudadana contra el priismo se acrecentó más en Benito Juárez en la elección de 1999, cuando se pierde en el municipio la elección para Gobernador y la de diputados correspondiente a los distritos X, XI, XII y XIII. En esta ocasión los favorecidos fueron los candidatos del PRD.

Seis años después la votación adversa al priismo se acrecienta y extiende por todo el estado, perdiendo el PRI por vez primera el control del Congreso del Estado, al perder tres de los cinco distritos localizados en el municipio Othón P. Blanco y los distritos establecidos en Cozumel y Felipe Carrillo Puerto, junto con los ayuntamientos respectivos. En Benito Juárez perdió de nueva cuenta la elección de gobernador y la de diputados en los cuatro distritos correspondientes a Benito Juárez; aunque recuperó la presidencia municipal que había perdido en 2002 frente al Partido Verde Ecologista de México, PVEM, que postuló a Juan Ignacio García Zalvidea como su candidato a alcalde benitojuarense.

En las elecciones federales el PRI ha perdido en Quintana Roo en dos ocasiones consecutivas la elección presidencial, la de 2000 y la de 2006, así como la correspondiente al que fuera el Primer Distrito, ganada por García Zalvidea en 2000, y la del Tercer Distrito, con sede en Cancún, a manos de la panista Yolanda Garmendia en 2006.

Hace tres años el PRI volvió a perder Benito Juárez ante el candidato perredista Gregorio Sánchez Martínez, pero recuperó las cuatro diputaciones correspondientes al municipio, así como el ayuntamiento de Cozumel y Felipe Carrillo Puerto; pero perdió la diputación y la presidencia municipal de Isla Mujeres, ante el PAN y sus candidatos Enrique Osorio Magaña y Alicia Ricalde Magaña.

El PRI pues, no ha vuelto a recuperar la hegemonía que mantuvo en Quintana Roo hasta 1993 en todos los espacios de representación popular. Elección tras elección y sin mayor esfuerzo o trabajo de sus contrincantes de la oposición ha perdido posiciones a lo largo y ancho de la geografía estatal. Ha perdido en el norte, en el centro y en el sur. En los centros urbanos más poblados y en las áreas rurales más recónditas en las que presumía tener control absoluto.

Con o sin candidatos opositores de peso, el voto contrario al PRI lo ha hecho morder el polvo una y otra vez. Y el pasado domingo 4 de julio no fue la excepción, pues ese mismo voto de rechazo, ya muy endurecido se volvió a manifestar significativamente en toda la geografía quintanarroense: en Benito Juárez no lo dejó recuperar la presidencia municipal que fue retenida por el PRD y le arrebató el Distrito XI; en Isla Mujeres no pudo reconquistar la alcaldía ni la diputación; Tulum que era un bastión priista en donde la oposición fue borrada del mapa hace dos años que se eligió por vez primera presidente municipal, está en riesgo al mantener una pírrica ventaja sobre el candidato opositor; Felipe Carrillo Puerto regresó a manos del PRD, pese a los antecedentes oscuros de su candidato a la presidencia municipal.
Y en José María Morelos la mayoría de los votantes le dieron el triunfo al PRD, aunque su candidato Domingo Flota Castillo, es un emblemático priista de la zona que gobernará con un proyecto y con gente más identificada con el tricolor que con el perredismo.
En el extremo norte de la zona maya quintanarroense, el priismo perdió el municipio de Lázaro Cárdenas frente al PAN. Y en el sur agrario, perdió el Distrito IV, el de los cañeros, con una hija de uno de los dirigentes cañeros más reconocidos de la zona como su candidata, Sheila Fuentes, ante la candidata perredista, Jaqueline Estrada, integrante de una esforzada familia de campesinos y comerciantes de la rivera del río Hondo.
Esos son los saldos que le ha dejado al priismo quintanarroense su desgaste político como gobierno y la expresión del mismo a través del voto de rechazo que ya tiene presencia estatal y que podría encausar hacia posiciones más importantes en el futuro, a los nuevos liderazgos opositores que comienzan a emerger con mayor autenticidad tras los resultados de la elección pasada, como son los casos de Julián Ricalde Magaña, en Benito Juárez, Ventre en Tulum y Jaqueline Estrada en la zona cañera de Othón P. Blanco.

No hay comentarios.: