*NOS VEMOS EN LAS URNAS
Por: Juan Chávez
(AGENCIA NOTISIFA) El Presidente tiene la facultad de cambiar equipo, aunque lo haga más allá de la mitad del partido que se avienta con el pueblo, para el pueblo y por el pueblo.
Puede incluso, bajo esa potestad, echarse otro capirucho y hacer cambios en su gabinete, un día antes de que concluya su mandato, si se le da la gana.
De acuerdo, lo dicta así la Constitución y ni chicles. Pero… y ese pueblo, que por mayoría –mínima por cierto- lo puso en Los Pinos para que hiciera lo que en campaña se comprometió, en ¿qué libro lee? ¿Por qué para el pueblo, que es la voz de Dios, no hay siquiera la explicación de por qué los cambios? ¿Por qué la ciudadanía tiene que conformarse con los trascendidos y las interpretaciones que se dan a las mudanzas de aire en el equipo presidencial en los medios?
La política, la de la cúpula del poder así manejada, bajo la mampara del artículo 89 de la Carta Magna, no resulta nada transparente y no cumple con el alto cometido de servir al pueblo.
Hay nuevo secretario de Gobernación, un señor llamado José Francisco Blake que ayer, en su primer día de trabajo, desde la 7 de la mañana ya estaba concediendo entrevistas a diestra y siniestra a los noticieros de radio.
¿Y? Eso ¿y?... Luego, se le vio en Los Pinos muy atareado haciendo notas en una libreta en las reuniones que Calderón tuvo con dos de los gobernadores electos del paquete de 12 y dejó clara la impresión de que esa es su forma de trabajar, la de tomar notas. ¿No le tendrá confianza a su memoria? Sobre todo, porque hay muchos que sostienen que la mejor memoria es la de papel.
Un pueblo sin ser informado cabalmente, es un pueblo que vive más frustraciones y que menos va a creer en el gobernante que ha roto el récord de utilización de cadenas nacionales y que anunció los tres nuevos cambios de su gabinete, en enésima entrevista de prensa.
Si el Presidente vuelve a equivocarse, tendrá siempre el sagrado derecho constitucional de rectificar, en tanto el pueblo va a quedar de nuevo en la ignominia y sin saber a quién cobrarle los platos rotos de las segundas manos del mandatario.
En fin, ya puestos en la esfera que le toca al señor Blake, anoche, en Chihuahua, explotó un carro bomba y hubo muertos y heridos. Es decir, el terrorismo ha debutado en México justo el día en que Felipe Calderón estrenaba su cuarto secretario de Gobernación.
Puede decirse que tal evento se da en los extremos que el narco y el crimen organizado han tocado desde hace tiempo en la ola de violencia que mantienen en su sangrienta disputa por los territorios. Pero en Chihuahua, un día antes, había sido ejecutado un sobrino del gobernador electo, César Duarte.
Y podrá decirse misa si se quiere. Pero de que hay avisos claros, hay avisos. Eso no se esconde con nada.
El pueblo, obvio, sigue sin protestar por no saber, de la voz presidencial, el porqué de los cambios, menos cuando los que se fueron “renunciados” se fueron con lisonjas de la misma voz. Eso sí, crece su “guardadito” y simplemente le revira al poder cupular: “Nos vemos en las urnas”.
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