*Sojo no ve
Por: Juan Chávez
Al secretario de Economía habría que sugerirle que volviera a releer aquella literatura que resumió la forma miserable en que vivían los indios y los mestizos de la Nueva España.
Volver a esas letras es reconocer que en México, el paso de los siglos sólo ha servido para que haya más pobres.
El bolillo cuesta uno veinte o uno cuarenta en la panadería de la esquina y según el rumbo.
La crisis alimentaria todavía no toca a la nación, según don Eduardo Sojo y a la mejor cuando el trigo empiece a escasear, el pan blanco que come el pueblo, se trepa a los dos pesitos la pieza.
Luis González, en una extraordinaria síntesis del Siglo de las Luces en la Colonia, que corre a partir de 1740 escribe en “Historia Mínima de México” sobre los planes para el fomento de la agricultura, la ganadería, la pesca, la minería, el comercio y la hacienda pública.
Menciona los diseños para hacer más humanas las condiciones de trabajo y para esparcir la educación y la salud.
De manera destacada, señala el desplome económico, la desorganización social y el desbarajuste político, generados entonces en la larga lucha por la independencia.
Ahora más de 250 años después, el país está urgido de otro “siglo de luces”, necesario en estos tiempos porque tras las sucesivas reformas políticas que con el voto que don Adolfo Ruiz Cortines otorgó a la mujer allá por 1958, el país parece no encontrar la brújula y causa frustración que el secretario Sojo quiera engañar a los mexicanos con un discurso apartado de una realidad que cada día es más lacerante para la desahuciada economía de los pobres.
El presidente Calderón, en los últimos días de abril, cuando anduvo en periplo bajo el animado titulo de “Vivir mejor”, se aventó al ruedo con una pensión bimestral de 420 pesos para algo así como 150 mil familias pobres de las más pobres.
Póngase a pensar, caro lector, en los bolillo que, a uno veinte, podrá comprar esa miserable familia y sí les serán suficientes a los integrantes para mitigar su hambre.
Todos, escribió Luis González ese compendio de la historia mexicana, “cierran los ojos a los obstáculos y únicamente los abren para ver las ventajas de la vida independiente”. Así está, en este siglo XXI, el secretario de Economía, a quien siempre se le mira sonriente, feliz y no es capaz de transmitir tal estado de ánimo a esas masas que están en hambruna desde hace décadas.
Hay datos reveladores de que todo es al revés de lo que el calderonismo clama para “pintar su realidad del México de hoy”.
Por ejemplo, en 2007 cayeron los principales indicadores de oferta y demanda agregados: PIB (32% respecto de 2006), importaciones (31%), consumo (Público, 87%; privado, 16%) y exportaciones (50%).
Traducido al romance que usted y nosotros entendemos, menos mano de obra, salarios a la baja y más hambre para los que nada tienen.
Nada que ver con el siempre optimista discurso oficial. Para decirlo claro: igual que en los tiempos de la Colonia, nos sigue llevando la fregada.
O como el escritor Luis González lo acuñara en los capítulos a su cargo en la “Historia Mínima de México” los actores políticos no quieren abrir los ojos ante la realidad.
Bien valdría la pena que el secretario de Economía le diera relectura a tan breve libro que consigna la historia mexicana desde los olmecas hasta los tiempos corridos de los 75 del siglo pasado.
Fue una edición auspiciada por el Colegio de México, bajo la idea de Daniel Cosío Villegas un prestigiado correligionario de los panistas, como el señor Sojo y todo el equipo de Felipe Calderón.
Por: Juan Chávez
Al secretario de Economía habría que sugerirle que volviera a releer aquella literatura que resumió la forma miserable en que vivían los indios y los mestizos de la Nueva España.
Volver a esas letras es reconocer que en México, el paso de los siglos sólo ha servido para que haya más pobres.
El bolillo cuesta uno veinte o uno cuarenta en la panadería de la esquina y según el rumbo.
La crisis alimentaria todavía no toca a la nación, según don Eduardo Sojo y a la mejor cuando el trigo empiece a escasear, el pan blanco que come el pueblo, se trepa a los dos pesitos la pieza.
Luis González, en una extraordinaria síntesis del Siglo de las Luces en la Colonia, que corre a partir de 1740 escribe en “Historia Mínima de México” sobre los planes para el fomento de la agricultura, la ganadería, la pesca, la minería, el comercio y la hacienda pública.
Menciona los diseños para hacer más humanas las condiciones de trabajo y para esparcir la educación y la salud.
De manera destacada, señala el desplome económico, la desorganización social y el desbarajuste político, generados entonces en la larga lucha por la independencia.
Ahora más de 250 años después, el país está urgido de otro “siglo de luces”, necesario en estos tiempos porque tras las sucesivas reformas políticas que con el voto que don Adolfo Ruiz Cortines otorgó a la mujer allá por 1958, el país parece no encontrar la brújula y causa frustración que el secretario Sojo quiera engañar a los mexicanos con un discurso apartado de una realidad que cada día es más lacerante para la desahuciada economía de los pobres.
El presidente Calderón, en los últimos días de abril, cuando anduvo en periplo bajo el animado titulo de “Vivir mejor”, se aventó al ruedo con una pensión bimestral de 420 pesos para algo así como 150 mil familias pobres de las más pobres.
Póngase a pensar, caro lector, en los bolillo que, a uno veinte, podrá comprar esa miserable familia y sí les serán suficientes a los integrantes para mitigar su hambre.
Todos, escribió Luis González ese compendio de la historia mexicana, “cierran los ojos a los obstáculos y únicamente los abren para ver las ventajas de la vida independiente”. Así está, en este siglo XXI, el secretario de Economía, a quien siempre se le mira sonriente, feliz y no es capaz de transmitir tal estado de ánimo a esas masas que están en hambruna desde hace décadas.
Hay datos reveladores de que todo es al revés de lo que el calderonismo clama para “pintar su realidad del México de hoy”.
Por ejemplo, en 2007 cayeron los principales indicadores de oferta y demanda agregados: PIB (32% respecto de 2006), importaciones (31%), consumo (Público, 87%; privado, 16%) y exportaciones (50%).
Traducido al romance que usted y nosotros entendemos, menos mano de obra, salarios a la baja y más hambre para los que nada tienen.
Nada que ver con el siempre optimista discurso oficial. Para decirlo claro: igual que en los tiempos de la Colonia, nos sigue llevando la fregada.
O como el escritor Luis González lo acuñara en los capítulos a su cargo en la “Historia Mínima de México” los actores políticos no quieren abrir los ojos ante la realidad.
Bien valdría la pena que el secretario de Economía le diera relectura a tan breve libro que consigna la historia mexicana desde los olmecas hasta los tiempos corridos de los 75 del siglo pasado.
Fue una edición auspiciada por el Colegio de México, bajo la idea de Daniel Cosío Villegas un prestigiado correligionario de los panistas, como el señor Sojo y todo el equipo de Felipe Calderón.
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