martes, 6 de mayo de 2008

Política Al Margen

Por Jaime Arizmendi

Decían de Manuel Ávila Camacho y su hermano Maximino: Aquí vive el presidente, pero el que manda está enfrente… Aunque en la práctica todos los perredistas saben quién manda en este partido, a 50 días de ocurrida la elección de su nueva dirigencia nacional, el PRD continua acéfalo; y por más borregos que sueltan, ninguna de las dos partes cede. Lo peor es que ahora no hay quién diga esta boca es mía y se quiera lanzar al ruedo para ocupar “de manera eventual” la presidencia del CEN.

Tan grave es el asunto que sin avisar ni agua va, ayer fueron relevados los “encargados” del mando amarillo: el encinista Raymundo Cárdenas y el orteguista Graco Ramírez por Guadalupe Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum, presidente y secretaria general sustitutos.

Aunque como sus antecesores, éstos también fueron desconocidos de inmediato; ya que la única oficina que es visitada para cualquier consulta política es la antigua “casa de campaña” de Andrés Manuel López Obrador, ubicada en la calle de San Luis Potosí, en la colonia Roma.
En tanto, los resultados del proceso comicial interno del sol azteca, que se realizó desde el 16 de marzo pasado, siguen en el limbo.

Un día surge un “rumor-declaración” en torno a que el triunfador contundente es Encinas Rodríguez; y el mismo día, “Chucho” Ortega o alguno de sus seguidores arremeten contra los cómputos. Los señalados de “incompletos” cuya lectura o recuento se estancó al no considerar los votos de Chiapas y Oaxaca, entre otros estados.

Nada menos ayer, el coordinador de la bancada del PRD en la Cámara de Diputados, Javier González Garza, se desmarcó para asumir de manera interina o provisional la dirigencia nacional de ese instituto político. “Tengo muchas cosas qué hacer, yo no podría”. Incluso fue más allá al enjuiciar: la elección de presidente y secretario general del partido está anulada, no´más que no se han querido dar cuenta”.

Con todo, la pugna no cesa… De su lado, Guadalupe Acosta Naranjo, exsecretario general del CEN, sale al paso de las últimas declaraciones realizadas por Gerardo Fernández Noroña quien justifica la ausencia de los seguidores de Encinas de no asistir a la reunión del Consejo Político Nacional del PRD para no darle cabida al proceso de validación o descalificación del cómputo de los resultados comiciales.

El seguidor de Ortega considera que dicho Consejo se pudo instalar con sólo 130 de sus 360 miembros, y remacha: “está bien que haya suplantado a Leonel Cota durante todo el tiempo. Que siempre haya sido vocero del presidente nacional y haya actuado por el presidente nacional todo el tiempo; pero lo que no puede ser es que ahora hable por Encinas, que hable a nombre de Andrés Manuel, pero no podrá hablar a nombre del Consejo”.

Jesús Ortega Martínez, por su parte, también desmiente a Encinas Rodríguez quien le acusó de plantear un diálogo-acercamiento con el presidente Felipe Calderón, y aun cuando se asume partidario del diálogo, mediante un comunicado aprovecha para descalificar a su enemigo de partido al remarcar lo hace únicamente con “personas serias que cumplan su palabra y que no intenten reiteradamente engañar a la opinión pública con mentiras”. Y aclara que nunca ha intentado dialogar con el mandatario de la República.

Con todo, el Consejo Político Nacional del Partido de la Revolución Democrática sesionó este domingo con 130 de sus 360 integrantes, y designó a los nuevos titulares “sustitutos” de la Presidencia y la Secretaría General: Guadalupe Acosta Naranjo y Martha Dalia Gastélum. El equipo de Alejandro Encinas adelantó que demandará la anulación de ese proceso ante la Comisión Nacional de Garantías.

Ante esta crispante y enredada situación donde no se ven cabezas visibles para advertir el final del proceso de elección interna del partido, que no obstante cumple sus primeros –y quizá únicos—19 años de vida, vale recordar cómo asumió el pueblo cuando mucho se decía que mientras Manuel Ávila Camacho despachaba desde el Palacio Nacional y su hermano, el también general Maximino --de los mismo apellidos, por supuesto--, cuyas decisiones eran más consideradas por legisladores y los propios funcionarios públicos, había instalado una ostentosa oficina en la acera de enfrente: Aquí vive el presidente, pero el que manda está enfrente… Hasta la próxima y gracias por sus comentarios y quejas

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