miércoles, 20 de agosto de 2008

POLITICA DE 2 PATADAS

Por: Juan Chavez
(AGENCIA NOTISIFA).- Fue en un poblado rural, allá por los rumbos de la Sierra Tarahumara, en las alturas de la Sierra Madre Oriental.

A lo mejor por eso, y porque eran pobres, la .matanza no mereció mayor relevancia para los medios.

Lo cierto es que fue una masacre, una carnicería: 14 personas acribilladas con armas de alto poder, incluido un bebe de un año de edad al que se remató también con el tiro de gracia.

¡Qué poca madre!, exclamé cuando escuché la noticia la noche del domingo en el canal de Cadena Tres.

El lunes, el presidente Calderón recibía en Los Pinos al empresario Alejandro Martí, padre de Fernando, el niño de 14 años, cuyo secuestro y asesinado prendió la mecha en la indignación de una sociedad que exige que la tranquilidad y la seguridad vuelvan a las calles de todas las poblaciones de México.

La masacre de 9 jóvenes de uno a 26 años y de otras cuatro personas, ha sido monstruosa.

De tres camionetas bajó el comando de encapuchados que con AK-47 disparó, inmisericorde, contra el grupo que asistía a un evento social encabezados por el profesor que fue acribillado con su pequeño hijo en brazos. A los dos, luego, les dejaron el sello del crimen organizado: el tiro en la cabeza.

Alguien, el lunes 18 de agosto, calificó ese sangriento evento como un mensaje claro del crimen organizado para quienes en Palacio Nacional, en torno al presidente Calderón, abordarán el tema de la inseguridad que flagela a la sociedad mexicana.

“Así vemos la guerrita contra nosotros”, seguramente pensaban los asesinos mientras le daban rienda suelta al dedo y su arma de grueso calibre escupía el fuego de la muerte.

Para el jueves 21, que se reunirá el Consejo Nacional de Seguridad Pública, a lo mejor ni el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, es capaz de mencionar la masacre del poblado rural de Bocoyna, identificado como el pueblo turístico más pintoresco de la sierra de Chihuahua.

A las víctimas, el niño de un año y jóvenes de menos de 26 años, ni modo de identificarlos como narcotraficantes. Tampoco, de eso no hay duda tampoco, se trató de un ajuste de cuentas. “Fue un mensaje clarísimo”, insistió un analista político.

Hierve la sangre, sí, que el país siga siendo ensangrentado con crímenes de tal naturaleza. ¿Qué razón hay que ver en ese asesinato de integrantes de la sociedad que asistían a una fiesta sabatina? ¿Qué?

Sulfura que en los medios, el asesinato masivo de inocentes, haya sido considerado como “una de las peores masacres que haya vivido Chihuahua”.

¿Habrá acaso masacres regulares, malas o buenas? No, definitivamente ¡no!. Una masacre es una masacre, un adjetivo que no hay necesidad de adjetivizar. Punto. Esa fue la del pueblo rural de Bocoyna que, hay que esperar, merezca un par de veladoras en la marcha blanca que por Iluminemos México, efectuarán organizaciones no gubernamentales, a iniciativa de “México Unido contra el Crimen, A.C.”.

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