*SAN FELIPE DE JESÚS MÁS CLIENTES
Por: Juan Chavez
(AGENCIA NOTISIFA) En Panamá el presidente Calderón definió que el narcotráfico está mejor organizado que los Estados que naufragan en su combate.
Una cuestión totalmente terrenal porque en México, un día antes, en acto cuajado de religiosidad y fe
cristiana, había evocado a San Felipe de Jesús (su tocayo) para producir un discurso en el que estableció una teoría un tanto precipitada en contra del modelo de familia en que ellos, los católicos,
creen.
Uniendo las dos piezas, los descastados nacidos fuera del núcleo cristiano tradicional (mamá, papá e hijos), son a quienes hay que temer porque o forman parte ya de las criminales bandas o son los más próximos a ser asimilados por ellas en esa estructura que el mandatario consideró superior a la de los Estados.
La perorata en la inauguración del VI Encuentro Mundial de las Familias le ha sido muy criticada, como lo previmos aquí en su espacio D2 patadas.
Hay quienes juzgan como resbalón del equipo de Los Pinos el haber considerado que quienes nacen fuera del tipo de familia que no sea el permitido por la cristiandad, son los disfuncionales propicios para ser absorbidos por las bandas criminales.
Carlos Puig, en su espacio semanal de Milenio Diario, escribe, bajo el título de Felipe, el católico:
Quienes no viven como quieren los católicos “no tienen la oportunidad de crecer o formarse en un núcleo familiar estable y con principios firmes”. Con ellos, los desafortunados, insistió el Presidente:
“estamos obligados a la solidaridad, a transmitir los valores que nos dan fuerza y nos identifican y a buscar la manera de compensar subsidiariamente desde la comunidad, desde las organizaciones sociales, desde las comunidades intermedias, desde las instituciones públicas y, por su puesto desde el gobierno a quienes no tuvieron esas oportunidad de vida de familia”.
Añade el articulista que “el adjetivo está puesto. Millones de integrantes de familias con padres divorciados y vueltos a casar o con madres y padres solteros merecen más que otros. Y dice que de ahí (Calderón) temerario, se puso a hacer sociología, cuando dijo: “Vale la pena señalar, amigos, que la proliferación de individuos que hacen de la violencia, del miedo, del crimen y del odio su forma de vida coincide, por desgracia, en una gran medida, con la fragmentación y la disfuncionalidad que afectaron su entorno familiar”.
“¡Pácatelas!”, es el comentario con que Puig cierra su crítica a esta parrafada y pregunta, yo diría como remate irrefutable que “si el problema del crimen es el de la familia, para qué savó a la calle al Ejército? Mejor hubiera sido, acota, un ejército, pero de terapistas familiares.
Hay quienes preguntan en que estudios, análisis, estadísticas o encuestas se basó el equipo presidencial para llegar a esa teórica conclusión en la que nacer fuera de un matrimonio que no sea como el que la Iglesia de Benedicto XVI quiere, es ya un infierno.
El discurso ha sido calificado de “genuflexo e irresponsable”, pero sobre todo, ha servido para remarcar que la iglesia católica “en siglos no ha cedido, a pesar de que sus fieles ignoren todos los días alguno de los diez mandamientos” que supuestamente son la fortaleza en que se sustenta.
Una cuestión totalmente terrenal porque en México, un día antes, en acto cuajado de religiosidad y fe
cristiana, había evocado a San Felipe de Jesús (su tocayo) para producir un discurso en el que estableció una teoría un tanto precipitada en contra del modelo de familia en que ellos, los católicos,
creen.
Uniendo las dos piezas, los descastados nacidos fuera del núcleo cristiano tradicional (mamá, papá e hijos), son a quienes hay que temer porque o forman parte ya de las criminales bandas o son los más próximos a ser asimilados por ellas en esa estructura que el mandatario consideró superior a la de los Estados.
La perorata en la inauguración del VI Encuentro Mundial de las Familias le ha sido muy criticada, como lo previmos aquí en su espacio D2 patadas.
Hay quienes juzgan como resbalón del equipo de Los Pinos el haber considerado que quienes nacen fuera del tipo de familia que no sea el permitido por la cristiandad, son los disfuncionales propicios para ser absorbidos por las bandas criminales.
Carlos Puig, en su espacio semanal de Milenio Diario, escribe, bajo el título de Felipe, el católico:
Quienes no viven como quieren los católicos “no tienen la oportunidad de crecer o formarse en un núcleo familiar estable y con principios firmes”. Con ellos, los desafortunados, insistió el Presidente:
“estamos obligados a la solidaridad, a transmitir los valores que nos dan fuerza y nos identifican y a buscar la manera de compensar subsidiariamente desde la comunidad, desde las organizaciones sociales, desde las comunidades intermedias, desde las instituciones públicas y, por su puesto desde el gobierno a quienes no tuvieron esas oportunidad de vida de familia”.
Añade el articulista que “el adjetivo está puesto. Millones de integrantes de familias con padres divorciados y vueltos a casar o con madres y padres solteros merecen más que otros. Y dice que de ahí (Calderón) temerario, se puso a hacer sociología, cuando dijo: “Vale la pena señalar, amigos, que la proliferación de individuos que hacen de la violencia, del miedo, del crimen y del odio su forma de vida coincide, por desgracia, en una gran medida, con la fragmentación y la disfuncionalidad que afectaron su entorno familiar”.
“¡Pácatelas!”, es el comentario con que Puig cierra su crítica a esta parrafada y pregunta, yo diría como remate irrefutable que “si el problema del crimen es el de la familia, para qué savó a la calle al Ejército? Mejor hubiera sido, acota, un ejército, pero de terapistas familiares.
Hay quienes preguntan en que estudios, análisis, estadísticas o encuestas se basó el equipo presidencial para llegar a esa teórica conclusión en la que nacer fuera de un matrimonio que no sea como el que la Iglesia de Benedicto XVI quiere, es ya un infierno.
El discurso ha sido calificado de “genuflexo e irresponsable”, pero sobre todo, ha servido para remarcar que la iglesia católica “en siglos no ha cedido, a pesar de que sus fieles ignoren todos los días alguno de los diez mandamientos” que supuestamente son la fortaleza en que se sustenta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario