jueves, 25 de noviembre de 2010

TORNADO POLITICO

*LOS ENREDOS DE YEIDCKOL POLEVNSK

*LA SEDENA ARROPA A PEÑA NIETO

Por: Arturo García Gil
Desde siempre, Yeidckol Polevnsky ha sido una mujer que genera polémica en todos los estratos en los que se desenvuelve, sin importar el tamaño de la misma.

Es actualmente Senadora de la República, por el voto mayoritario de los mexiquenses, el que buscará nuevamente en las urnas, con todo y que ahora no ira arropada, aparentemente, por la gran coalición de la izquierda que la hizo ganar hace seis años.

Seguidora del movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador y proveniente del mundo empresarial, Polevnsky aterrizó en la actividad política por la vía de las cámaras empresariales, con tan buena estrella que pronto fue designada candidata al gobierno del estado de México.

En aquel entonces, la actual senadora cayó hasta el tercer sitio de al contienda, muy lejana del ganador Enrique Peña Nieto y del entonces panista Rubén Mendoza Ayala, que por cierto este último, dicen que se vendió por 800 millones de pesos, con tal de dejarle la gubernatura al copetes Peña Nieto

Yeidckol venía de uno de sus primeros escándalos mediáticos, cuando se supo de su cambio de nombre y de las complicaciones de una vida sumamente agitada.

Proveniente de la Canacintra, donde se convirtió en una de las escasas mujeres en presidir una de las agrupaciones empresariales que forman el núcleo importante del país en ese terreno, la actual senadora fue objeto de múltiples ataques, al develarse parte de su pasado.

Catalogada como una mujer de lucha y tesón, tejió sus alianzas desde la cúpula empresarial con el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, quien le dio su aval para contender por el gobierno mexiquense en su primera experiencia en la política electoral.

Su participación fue solamente testimonial, sin tener jamás posibilidades de triunfo, ante el surgimiento de esa gran figura carismática en que se convirtió Peña Nieto.

Sin embargo, avalada por su mentor y arropada por el movimiento que este encabeza, Polevnsky se convirtió en todo un acontecimiento y cobijada por la campaña presidencial de López Obrador ganó, sin grandes complicaciones, la senaduría de mayoría del estado en que un año antes había sido desplazada hasta el tercer lugar de la contienda electoral.

De esa forma, Yeidckol pudo realizar una campaña electoral por todo el estado y darse a conocer por los ciudadanos que en julio próximo podrán votar nuevamente por ella como en 2006 o rechazarla como ya lo hicieron en 2005. La decisión será de ellos nuevamente.

Y es que la senadora Polevnsky fue ungida nuevamente por su padrino político (AMLO) como la candidata al gobierno mexiquense, sin que mediara el respaldo de encuestas como había prometido el tabasqueño.

Sumido en una abierta confrontación con el grupo (los Chuchos) que controla la dirigencia del PRD y opuesto a la construcción de una alianza entre los partidos de derecha e izquierda, para avalar una candidatura común en el estado de México, López Obrador se adelantó a todos y designó a la senadora como la candidata que presentará su movimiento, respaldado por los partidos Convergencia y del Trabajo, además de los seguidores del tabasqueño en la intentona por arrebatar al PRI el control del estado más poblado del país y el que cuenta con el presupuesto de egresos más altos de todos.

En esta ocasión, hasta el momento, la senadora Polevnsky no contaría –hasta el momento- con el aval del Partido de la Revolución Democrática en su propósito electoral, aunque algunos cuadros de este partido respaldarían su propósito y el de seguidores.

Y es que en el estado de México se dará una de las grandes batallas electorales, la más importante antes de la contienda presidencial, por lo que todos los prospectos partidistas saben que se juegan carta importantes que pueden contribuir en gran forma a su ascenso o descenso en las preferencias electorales.

Es por eso que la decisión de AMLO para contender por esa posición recayó en la polémica Yeidckol, una mujer que sabe explorar y explotar el gran potencial político con que cuenta.

Sabe que la lucha es mediática, principalmente, y que en ese terreno rebasa a sus posibles adversarios y que además cuenta con el tiempo suficiente para posicionar su nombre y de sus aliados, ya que saca ventajas con su designación anticipada.

Priistas, panistas y perredistas –estos dos últimos podrían ir en alianza- se tomarán todavía su tiempo para elegir de entre una larga lista de nombres al que encabezará sus esfuerzos electorales.

De ahí que el madruguete con Yeidckol hubiese generado una serie de especulaciones y ataques entre los contendientes electorales, principalmente de los que provienen de la misma rama.

Esta será, sin duda, una más de las batallas que provoca la personalidad polémica de Yeidckol Polevnsky, la que se sitúa en medio de escándalos y conflictos desde su incursión en la actividad política.

Como presidenta de Canacintra, Yeidckol no fue una dirigente ortodoxa, por el contrario atrajo miradas curiosas por lo estrambótico de sus posicionamientos. Luego surgieron versiones del cambio de nombre y de la no legalización del cambio del mismo, con historias fantasiosas de todo tipo.

Su primera incursión como candidata al gobierno del estado de México fue vista, por algunos, con sorna y los resultados electorales parecieron darles la razón. Su nueva candidatura, ahora como senadora, provocó más comentarios malsanos y fue ahí donde dejó constancia de que con un buen respaldo contaba con las herramientas necesarias para ganar.

Su desempeño como senadora, también motivó polémica, por sus posicionamientos en algunos temas, pero estalló el escándalo cuando votó en contra del aumento de impuestos al tabaco y se supo que su hija trabaja en una de las principales empresas tabacaleras.

Con su nueva designación como candidata al gobierno del estado de México, Yeidckol deja constancia de que su nombre es motivo de polémica, algunas de ellas generadas por ella misma y otras por sus aliados.

LAS COBIJAS DE PEÑA NIETO.- Por lo pronto, la semana número 47 está  por concluir dejará en el registro de los hechos varias evidencias políticas de que el gobierno de Felipe Calderón logró legitimar su apuesta militarizada de seguridad, en el plano de los discursos y de las alianzas fácticas.

Las escenas se sucedieron encadenadas en los últimos días: la aprobación del presupuesto contra la delincuencia para 2011 en los términos solicitados por Los Pinos; el SOS del gobernador priísta de Chihuahua, César Duarte, para que el Ejército regrese a la violenta Ciudad Juárez; el desayuno en Palacio Nacional entre los mandatarios estatales y el Presidente a favor de la reforma del mando único policial, y la exaltación pública a las Fuerzas Armadas a cargo del protagonista de la cargada, el mexiquense Enrique Peña Nieto.

Esto no significa un avance hacia la victoria material de la llamada guerra contra el crimen organizado. Tampoco equivale a una exoneración de los cargos ciudadanos y de organismos internacionales contra las filas castrenses por violaciones a los derechos humanos.

Sin embargo, los hechos recientes están ahí dando cuenta de la pactada legitimación que la clase política gobernante otorga a las Fuerzas Armadas como actor clave de la estrategia calderonista en seguridad.

Por supuesto que persistirá una sonora y activa oposición civil a la presencia militar en las calles, vinculada ideológicamente a sectores del PRD. Pero no debemos perder de vista que lo sucedido en los recintos del poder, en este noviembre del centenario de la Revolución, cierra una etapa de jaloneos entre el gobierno y el PRI, cuya lideresa, Beatriz Paredes, amagó incluso a mediados de año con descobijar políticamente lo realizado por Calderón en este cuatrienio.

Aún cuando se popularizó la caricaturización de los diálogos por la seguridad como un blablablá, a casi cinco meses de aquella crisis que tocó fondo con el asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato a gobernador de Tamaulipas, el realineamiento conseguido en torno a la apuesta militarizada de seguridad, arroja un saldo positivo para el Presidente, entonces obligado a defenderse públicamente.

Ahí está el respaldo en San Lázaro, donde el lunes se confirmó la máxima de que prioridad sin presupuesto no es prioridad. Queda incluso para el anecdotario la pretensión de los priístas de ir más allá del proyecto gubernamental y asignar al Ejército un incremento de13 mil millones de pesos, cifra que al final quedó en 6 mil millones, como lo había requerido Hacienda, para garantizar en 2011 un financiamiento de 50 mil 59 millones de pesos.

En consonancia, desde Ciudad Juárez, el escenario donde mayores razones se han ventilado en abono a la consigna de que los soldados vuelvan a sus cuarteles, el todavía flamante gobernador pidió el domingo el regreso de los uniformados porque, dijo, han hecho una gran labor y “el servicio de inteligencia que nos puede seguir prestando es muy eficaz para tener operativos más puntuales”.

César Duarte no es una voz aislada. Y este jueves, en Palacio, todos los gobernadores prometieron empujar en el Congreso el mando único policial, un modelo que, según la explicación del Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, tendrá a su colega de gabinete, el general Guillermo Galván Galván, como cerebro del entrenamiento.

Hubo sin embargo una escena que coronó la legitimación de la apuesta calderonista: la imagen de Enrique Peña Nieto con el secretario de la Defensa Nacional a bordo de un vehículo militar descapotado en la inauguración de las nuevas instalaciones de la 22 zona militar en Santa María Rayón.

Acaso como una señal de que la participación castrense en la estrategia de seguridad no será tema de litigio electoral, el puntero en la carrera presidencial hacia el 2012 hizo suyo el discurso de Los Pinos: “En los últimos años el Ejército se incorporó plenamente a las tareas del combate al crimen organizado. Su actuación en esta lucha ha sido de vital importancia. Los mexicanos lo reconocemos y lo valoramos”.       

El gobernador Peña Nieto sabe, como lo tiene claro su partido, que pegarle al calderonismo en ese frente ya no es redituable.

¿Acaso ha llegado la hora de voltear la página para el Presidente. Y aprovechando la cargada tricolor, tomarle la palabra al mexiquense?

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