*10 DE MAYO
Por: Arturo García Gil
Hoy sábado se festeja a todas las cabecitas blancas. Él Día de las Madres. O mejor dicho el día del desmadre.
Cada año, ese día las mujeres sufren lo indecible. Sus queridos hijos le hacen regalos para tenerla esclavizada en casa. Se la pasan de sirvientas, les regalan lavadoras, licuadoras, vajillas, enseres de limpieza, llega todo un regimiento a comer a casa y las pobres madres se la pasan desde días antes preparando el mole, el arroz, los frijoles, las tortillas y demás alimentos para tener contentos a sus hijitos. Y no falta la hija y el yerno "estrella", este que se la pasa en el democrático chupe hasta ponerse idiota, mientras la esposa de este habla mal del cuñado; de su papá de ella y hasta de su propia madre y mientras los hijos de esta o sea los nietos destrozan la casa de los abuelos.
Esa es la escena común en los hogares mexicanos de todo el país, en lugar de festejar a la autora de sus días, los descendientes se la pasan fregando. Hay otros que sacan a orear a la jefa. La invitan a comer a la calle, desde días antes hacen las respectivas reservaciones en el restaurante de su preferencia, darle gusto a su mamacita, que pase un buen rato. Pero ¡oh desgracia!, cuando llegan al establecimiento, hay una larga fila de comensales en espera de mesa.
-Señor, tengo una reservación.
Permitame, responde la hostes. Tenemos mucha gente. Estamos llenos y ya se nos acabó la comida. Sólo tenemos consomé de 20 viajes.
Luego de varios minutos, la empleada, se disculpa. Perdóneme, pero fue imposible hacer la reservación, si gusta esperar unos 30 minutos le doy mesa.
Pasan los 30, 45 y hasta una hora, las mesas continúan llenas, nadie se va, nadie quiere irse, todos disfrutan de su madre mientras el cliente con los ojos desorbitados, morado de coraje, exige que se cumpla con la reservación, grita, insulta, hasta que hablanda el corazón de la hostes, que le dice:
-vamos a poner una mesa pero cerca de los sanitarios. ¡huacala! ¿Acepta?
No hay más para el pobre comenzal, tiene que cumplirle a su madre. A regañadientes llega a la ansiada mesa donde apenas hay cabida para las seis sillas que necesita. Media hora después le entregan la carta del menú. Pero le advierten: ya no hay mole, ni chiles rellenos, que es el platillo preferido de la progenitora. –Sólo queda arroz, huevos. Escamoles de 160 pesos la orden o gusanos de maguey a sólo 200 pesos el platito. Carne asada y ensalada. Sin más, el hijo pródigo acepta la carne con ensalada y caviar mexicano, si los, frijolitos con epazote. –, Ni modo mientras sírvanos refrescos y una cubas.
Señor sólo servimos por botella a 700 pesos el cacardi, vodka nacional o tequila a mil pesos. Oiga pero los niños no toman alcohol, dice preocupado el comensal.
-Mire, el consumo es general, pero no se preocupe, tenemos jugos o licuados de 40 y 60 pesos.
Desesperado el hijo, padre y esposo acepta la “oferta”, mientras se mete la mano al bolsillo para contar el efectivo, para ver si le alcanza, mientras la esposa se le acerca al oído. No te preocupes gordito, traigo la tarjeta de crédito.
Después de otros 30 minutos, por fin el mesero les toma la orden y otro lapso para servir.
“Parece que fueron a matar a la vaca, dice desesperado. Por fin comen, toman sus alipuses, los jugos y pagan la cuenta a la que le sumaron la fecha. No importa, festejamos a la jefa.
El próximo años, mejor nos preparas la comida en tu casa.
Mamás de todo el mundo ¡Unios!
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