viernes, 20 de marzo de 2009

BOLETIN INFORMATIVO

*LEYES DE REFORMA DESACATADAS

Por: Rodolfo Echeverría Ruiz

Colaborador Invitado

(AGENCIA NOTISIFA) Con deplorable frecuencia el gobierno de la derecha rinde la plaza del Estado laico ante un clero político levantisco y desafiador. Una de las mejores conquistas históricas de la República, de la democracia y de la modernidad pretende ser abolida en los hechos por el PAN.

Los gobiernos panistas --el anterior y el actual-- han consentido y consienten los continuos desacatos de la alta clerecía católica a la legislación laica. De esa manera se intenta esterilizar más de siglo y medio de lucha nacional.

Concluida la etapa armada de nuestra guerra de Independencia, México se había liberado del imperio español pero continuaba en pie y sin modificaciones sustanciales la organización jurídica, económica y social asentada en nuestro país a lo largo de tres siglos.

Una generación de mexicanos insignes, encabezada por Valentín Gómez Farías y José María Luis Mora, dio inicio (1833) a una inmensa batalla jurídica, política y cultural culminada un cuarto de siglo después por Benito Juárez y los prohombres de la Reforma Liberal.

Durante buena parte del siglo XIX el país entero fue víctima de los estragos de la violencia, de interminables guerras civiles, de invasiones extranjeras y mutilaciones territoriales. Sólo la terca y patriótica entereza de Juárez pudo conducir al país hasta forjarle una estructura legal que también significó la verdadera consumación de la Independencia y, con ello, el nacimiento del Estado moderno.

Las luchas políticas y jurídicas, académicas, sociales y militares dirigidas por el pensamiento y la acción de nuestros reformadores, erigieron, trabajosa, dolorosamente, el edificio del nuevo Estado nacional: autónomo, ajeno a cualquier confesión religiosa (pero garante del libre ejercicio de todas), impulsor de las libertades y de los derechos ciudadanos que, multiplicados a lo largo de una centuria y 10 lustros, fungirían, entre otras, como decisivas fuerzas motrices de la hoy todavía incipiente democracia mexicana.

La legislación laica en México no surgió de la nada: viene de lejos, de lo más profundo de nuestra violenta historia, forma parte básica de la Constitución y del proceso democrático nacional, está afincada en la realidad sociológica del país.

En el áspero camino de la edificación soberana del país era imprescindible cancelar los fueros e inmunidades del alto clero aliado a la milicia retrógrada y aristocrática. Debía desamortizarse la propiedad territorial monopolizada por la Iglesia y abrir las ventanas de México a fin de que circularan en su interior los vientos de las libertades de expresión, de creencias, de pensamiento, de trabajo… Terminaba el monopolio del clero en la educación. A partir de entonces ésta sería laica y popular, libre y democrática.

El Estado y la Iglesia –las iglesias-- quedaban separados. Una sociedad civil autónoma empezaba a gestarse. La supremacía de la ley, vale decir, la del Estado, haría posible la nueva convivencia mexicana.

Las Leyes de Reforma integran una serie de conjuntos normativos que, emitidos de manera escalonada en el curso de 1859 --según lo permitía la realidad política del momento, el acoso bélico contra el gobierno juarista y la estrategia de nuestros padres liberales--, crearon las condiciones jurídicas y políticas cimentadoras del nuevo Estado.

Durante este 2009 la nación conmemora 150 años de la puesta en marcha de aquellas disposiciones sin las cuales hubiera sido imposible la modernización de México.

Como parte de un vasto programa destinado a la conmemoración de los centenarios históricos mexicanos, el PRI organiza en todo el país una serie de actividades diseñadas para reclamar el pleno cumplimiento de las Leyes de Reforma contenidas en la actual Constitución de la República.
Esas leyes están vigentes, es verdad, pero de manera continua y ostentosa son desacatadas por un clero político partidario del gobierno del PAN.Corresponde a los segmentos democráticos y progresistas denunciar con energía esos hechos violatorios y exigir la observancia rigurosa de unas leyes laicas de cuya aplicación depende la concordia nacional.

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