*TELETON Y CINISMO
*NADA TRAIGO CONTRA ESTA INSTITUCIÓN PRIVADA PROMOVIDA POR TELEVISA ANO CON AÑO.
Por: Juan Chavez
(AGENCIA NOTRISIFA) Sus fines son loables; eso no está en duda. Pero los fondos que la sostienen, nacidos de donativos populares los menos y de las fundaciones de los grandes corporativos, es lo que no debiera darse.
Esas mercedes de los consorcios empresariales, por millones de pesos, son, entre otros, a los que el presidente Calderón se refirió cuando increpó a los empresarios porque no pagan al fisco lo que deben pagar.
Son millones de pesos que tienen carácter de deducibles y, por lo mismo, no ingresan a la hacienda pública.
El altruismo de los empresarios, pues, no nace de su bolsa. No se trata de dinero que se desprenda de su fortuna, sino del patrimonio de sus empresas y de dinero que no va a parar a las arcas nacionales, como debiera ser.
Resulta que con una estructura así, el teletón compite con el gobierno en una de las organizaciones más importantes: la de procurar la salud de niños con discapacidad.
Se llevan los señores del dinero los laureles con su teletón en el que desde su nacimiento, quedaron embarcados más de 40 medios de comunicación, los que también hay que sumar como practicantes fervorosos de la elusión fiscal.
Finalmente esos dineros extraídos de los recursos que las empresas debieran enterar al Fisco, son, si se ve bien, dineros del pueblo que fueron amasar fortunas del poder económico que hace caridad con sombrero ajeno porque en lugar de cumplir con sus obligaciones fiscales, busca las formas, las lagunas de la ley para hacer “obra buena” con las utilidades que, por añadidura, resultan de los altos precios que por bienes y servicios, producidos por los ricos, tienen que pagar los mexicanos pobres y de la clase media.
La publicidad del Teletón, en spot de radio, televisión y medios impresos, también entra al camo de la deducibilidad fiscal. Más millones que se añaden a los donativos pues.
Más allá, metidos en el último rincón de la maltrecha economía, las fundaciones privadas que patrocinan eventos de toda clase y equipos deportivos con los recursos que sustraen al fisco, hay que aceptar que esos señores ricos, con tales prácticas se fueron sobre el petróleo que desde fines de los 70 mantuvo a la economía mexicana.
Ellos usufructuaron indirectamente, a través de sus fundaciones, “la riqueza que no aprendimos a administrar”. Les dejamos que hicieran y desasieran, con sus fortunas, lo que en el Congreso de la Unión brincó en las agrias e inútiles discusiones del paquete económico para 2010.
La urgencia de una Ley de Ingresos de la Federación por más de tres billones de pesos, para el gasto gubernamental del año entrante, gritó a todos los mexicanos la urgencia de poner un hasta aquí a los privilegiados: ricos empresarios que no pagan al erario lo que deben pagar y los más de 12 millones de mexicanos que integran los ejércitos de la economía informal, que no enteran ni un quinto a la hacienda pública.
Viene ahora el segundo acto de estos meses finales del año: la discusión y aprobación del Presupuesto de Egresos. Los diputados –el Gasto para el gobierno- es facultad exclusiva de ellos, que se van a echar otro “tirito” y, como es hábito en los mexicanos, lo van a dejar para el cuarto para las doce.
Más de tres billones de pesos, es el ingreso más alto de la historia, programado para el ejercicio presupuestal de un año pero si el gobierno calderonista sigue cargando con su burocracia obesa y cara, vamos a presenciar, de nuevo, miserias, más desempleo y declaraciones de los actores políticos de que “el dinero no les alcanza”.
Viviremos un año más, el de las celebraciones centenarias, como los que en este México chulo hemos vivido en los últimos años: todos ponen, menos los privilegiados –empresarios de los grandes corporativos e informales.
Los vamos a presenciar, de nuevo, el 4 y 5 de diciembre, en una transmisión televisiva de 24 horas, omo imposición gubernamental, la necesidad de que cada mexicano tenga su cédula de identificación.
De hecho, la credencial del IFE, que supuestamente tienen en su poder más de 70 millones de mexicanos, según el padrón bajo el cual se efectuaron las pasadas elecciones del 5 de julio, hace las veces de ficha identificadora desde hace buen tiempo.
Para cobrar un cheque nominal, por ejemplo, es requisito que los bancos exigen.
Ahora, en la pasarela de secretarios de Estado en la Cámara de Diputados, el titular de Gobernación, Fernando Gómez Mont, además de proponer una reforma política que incluya referéndum, plebiscito y reelección consecutiva de diputados y alcaldes, insistió en proveer a todos del plástico de identificación.
El plan entraña una inversión considerable que en estos tiempos de crisis económica, a lo mejor no se justifica.
Ahora, que si va a servir para algo más que ya cumple la credencial del Instituto Federal Electoral u homologar en una sola figura ambos documentos, pues adelante porque el ciudadano de a pie piensa que ya el gobierno le llena de papeles y credenciales, como para agregar uno más.
Y sí, mire, en rápido repaso usted, yo, todos, cada uno, al nacer, somos sujetos del primero y muy necesario al correr de la vida: el acta de nacimiento del Registro Civil.
De esa acta, bajo un número, se desprende, de inmediato, la cartilla de vacunación, con otro número y otro registro, de otra dependencia de los gobiernos.
Luego, ya por propio esfuerzo, se ganan otros cartones con otros números de registro: los certificados de educación preescolar, primaria y secundaria.
No para ahí: le siguen el certificado de Preparatoria, el título profesional, la credencial del IMSS, la cartilla del Servicio Militar Nacional, el pasaporte, la licencia para manejar, el registro federal de causantes el papelito que expide el Servicio de Administración Tributaria (SAT), tan de modo en estos días en que el 2% de IVA disfrazado sube y baja en las discusiones legislativas y entre la población, que, según encuestas, lo rechaza en un 78%.
Todos, con número distinto, como si se tratara de personas distintas.
La mica de identificación debiera servir, por lo menos, como registro en el padrón de contribuyentes a efecto de que con la misma, se efectuase la gran batida contra los que no pagan impuestos.
Si se pretende justificar, la mica de identificación debiera tener la utilidad de instrumento necesario para comprar y vender todo producto o servicio.
Necesaria en toda operación mercantil, de un palmazo, se estaría duplicando la base gravable y los 14 millones de mexicanos que se mueven en la economía informal y que no pagan ni un quinto de impuestos pero sí exigen iguales servicios urbanos a los que tienen los contribuyentes cautivos –por aquello de la igualdad-, quedarían en la necesaria obligación de darse de alta en el RFC.
Así, todos coludos, todos rabones... sin remedio. Además, ya es hora de darle utilidad práctica al bla, bla, bla oficial ¿no cree usted?
De hecho, la credencial del IFE, que supuestamente tienen en su poder más de 70 millones de mexicanos, según el padrón bajo el cual se efectuaron las pasadas elecciones del 5 de julio, hace las veces de ficha identificadora desde hace buen tiempo.
Para cobrar un cheque nominal, por ejemplo, es requisito que los bancos exigen.
Ahora, en la pasarela de secretarios de Estado en la Cámara de Diputados, el titular de Gobernación, Fernando Gómez Mont, además de proponer una reforma política que incluya referéndum, plebiscito y reelección consecutiva de diputados y alcaldes, insistió en proveer a todos del plástico de identificación.
El plan entraña una inversión considerable que en estos tiempos de crisis económica, a lo mejor no se justifica.
Ahora, que si va a servir para algo más que ya cumple la credencial del Instituto Federal Electoral u homologar en una sola figura ambos documentos, pues adelante porque el ciudadano de a pie piensa que ya el gobierno le llena de papeles y credenciales, como para agregar uno más.
Y sí, mire, en rápido repaso usted, yo, todos, cada uno, al nacer, somos sujetos del primero y muy necesario al correr de la vida: el acta de nacimiento del Registro Civil.
De esa acta, bajo un número, se desprende, de inmediato, la cartilla de vacunación, con otro número y otro registro, de otra dependencia de los gobiernos.
Luego, ya por propio esfuerzo, se ganan otros cartones con otros números de registro: los certificados de educación preescolar, primaria y secundaria.
No para ahí: le siguen el certificado de Preparatoria, el título profesional, la credencial del IMSS, la cartilla del Servicio Militar Nacional, el pasaporte, la licencia para manejar, el registro federal de causantes el papelito que expide el Servicio de Administración Tributaria (SAT), tan de modo en estos días en que el 2% de IVA disfrazado sube y baja en las discusiones legislativas y entre la población, que, según encuestas, lo rechaza en un 78%.
Todos, con número distinto, como si se tratara de personas distintas.
La mica de identificación debiera servir, por lo menos, como registro en el padrón de contribuyentes a efecto de que con la misma, se efectuase la gran batida contra los que no pagan impuestos.
Si se pretende justificar, la mica de identificación debiera tener la utilidad de instrumento necesario para comprar y vender todo producto o servicio.
Necesaria en toda operación mercantil, de un palmazo, se estaría duplicando la base gravable y los 14 millones de mexicanos que se mueven en la economía informal y que no pagan ni un quinto de impuestos pero sí exigen iguales servicios urbanos a los que tienen los contribuyentes cautivos –por aquello de la igualdad-, quedarían en la necesaria obligación de darse de alta en el RFC.
Así, todos coludos, todos rabones... sin remedio. Además, ya es hora de darle utilidad práctica al bla, bla, bla oficial ¿no cree usted?
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