miércoles, 10 de febrero de 2010

TORNADO POLITICO


*LA VERDADERA HAITI
*CHARLAS DE CAFÉ. LOS EVASORES FISCALES DE MEXICO

Por: Arturo García Gil

- ¿Pacto con el diablo o maldición blanca se cierne sobre Haití? Haití es la nación más miserable de América Latina, aunque los gobiernos mexicanos pro yanquis han empujado a México a semejar otro Haití. Usted seguramente se habrá preguntado tantas veces por qué les va tan mal a los haitianos, a pesar de que fue el primer país, que en 1809 logró su independencia de España. ¿Por qué Haití va de tragedia en tragedia y de desdicha en desdicha? ¿Algún castigo divino?
No faltan quienes sostienen que los esclavos haitianos celebraron un pacto con el diablo a cambio de su libertad y desde entonces pesa sobre ellos la maldición de la desgracia.

La Agencia Internacional Argos, publica en su portal, un artículo para coleccionistas, del periodista y escritor cubano Miguel Crispín Sotomayor, del cual he robado, literalmente, la entrada de este TORNADO POLITICO, ya que mis estimados lectores me sugirieron que hiciera un breve comentario respecto a Haiti Dice:

“Se sabe que la historia es otra. Y de decirla se ocupa Eduardo Galeano, en un artículo publicado el 4 de abril de 2004 en el diario Página/12 de Buenos Aires, y que titula: “La maldición blanca”, donde dice:

`El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.

Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.
Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo.
Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud... Fue el último país en el mundo.

Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.

Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del África. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.
De la maldición blanca, no se habló.

La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:
¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?

El anterior. Pues, que se restablezca.

Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados.

Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte... A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose...
Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.

A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad. Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.

En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.

En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública. La misión civilizadora concluyó en 1934.
Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.

Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años. Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe.

Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios.

Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.

En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso. Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes.

En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.

Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente. Fin.´

Han pasado varios años desde que Eduardo Galeano publicó ese artículo y es inobjetable su vigencia, como vigente está, más que nunca, la tragedia del pueblo haitiano.
¿A quién culpar: al pacto con el diablo o a la maldición blanca? El pacto con el diablo nadie puede probarlo. La maldición blanca, es evidente.”

CHARLAS DE CAFÉ.- La Secretaría de Hacienda reveló el año pasado que son los 400 grupos empresariales más importantes de México los que se niegan a pagar impuestos. TORNADO POLITICO, documenta hoy los primeros 46 grupos empresariales que viven a costillas de los pobres de México, aunque 60 de ellos acumulan adeudos con lolita hasta por 232 mil millones de pesos.

El monto de los 46 deudores es del orden de los 214 mil 154 millones 550 mil pesos. ¿Se imagina usted lo que un gobierno preocupado por su pueblo podría hacer en obra pública o social con ese dineral?

Aquí le van los nombres de estos distinguidos “patriotas” y lo que adeudan cada uno por cuestiones de impuestos:

CEMEX 38,443,410,000 pesos; TELECOM 23,284,720,000 pesos; América MÓVIL 20,540,060,000 pesos; TELMEX 15,417,160,000 pesos; Grupo México 11,183,300,000 pesos; GRUPO MODELO 8,222,370,000 pesos; SORIANA 7,508,940,000 pesos; TELMEX INTERNACIONAL 7,275,820,000 pesos; y GRUPO INDUSTRIAS PEÑOLES PALACIO DE HIERRO 6,124,140,000 pesos; WAL-MART 5,252,000,000 pesos; HOMEX 4,631,960,000 pesos; URBI DESARROLLOS URBANOS 4,506,800,000 pesos; GRUPO CARSO 4,141,360,000 pesos; LIVERPOOL 3,977,700,000 pesos; COPPEL 3,915,200,000 pesos; GRUPO ALFA DE MONTERREY 3,809,600,00 pesos; ELEKTRA 3,365,000,000 pesos; CORPORACIÓN GEO 3,305,530,000 pesos; GRUPO AEROPORTUARIO DEL SURESTE 2,713,000,000 pesos; CORPORACIÓN DURANGO 2,443,650,000 pesos; ICA 2,351,000,000 pesos; TELEVISA 2,284,400,000 pesos; COCA-COLA FEMSA 2,205,120,000 pesos; CONSORCIO ARA 1,877,300,000 pesos; KIMBERLY 1,869,000,000 pesos; BACHOCO 1,868,930,000 pesos; EMBOTELLADORAS ARCA 1,855,860,000 pesos; GRUPO INDUSTRIAL BIMBO 1,848,400,000 pesos; ALTOS HORNOS DE MÉXICO 1,666,000,000 pesos; GRUPO GICSA 1,600,000,000 pesos; GRUPO GIGANTE 1,575,990,000 pesos, SEARS 1,531,580,000 pesos; GRUPO CEMENTOS DE CHIHUAHUA, SUBSIDIARIA DE CEMEX 1,525,700,000 pesos; Grupo Posadas 1,373,960,000 pesos; REALTUR 1,302,240,000 pesos; MEXICHEM 1,227,900,000 pesos; GRUPO AEROPORTUARIO CENTRO-NORTE 1,129,730,000 pesos; GRUPO AEROPORTUARIO DEL CENTRO-NORTE 1,128,730,000 pesos; SARE 829,000,000 pesos; CORPORACIÓN MOCTEZUMA 825,000,000 pesos; FERROMEX 755,800,000 pesos; GRUPO LAMOSA 712,500,000 pesos; GRUPO CONTINENTAL 596,460,000 pesos; INTERNACIONAL DE CERÂMICA 490,000,000 pesos; GRUPO EMBOTELLADORAS UNIDAS 408,000,000 pesos; TV AZTECA 254,230,000 pesos.

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