miércoles, 26 de agosto de 2009

BOLETIN INFORMATIVO

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*ALQUIMIA DE COLOR, DE EMILIO JUÁREZ SÁNCHEZ SIGUE HASTA EL 14 DE SEPTIEMBRE EN LA CASA DE LA CULTIURA DE TLALPAN

(DIFUNET).-Emilio Juárez es un artista disciplinado, desertor de la Academia de San Carlos y de la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda, amante devoto de todas las influencias plásticas de nuestro país, itinerante entre estilos y técnicas, su trabajo tenaz redunda en un conocimiento del color, la composición, la textura el equilibrio de la forma y la audacia de los temas.

“He sido disciplinado para dibujar desde la mañana hasta el anochecer y continuar aún por las madrugadas, pero no he resguardado bocetos de los primeros tiempos de los 20 años que tengo de dibujar y pintar, así que mi trabajo consiste en lo que estoy haciendo hoy”, explica.

La muestra se mantendrá abierta hasta la primera quincena de septiembre, gracias a la acogida que le ha dado el público asistente a las inmediaciones del Bosque de Tlalpan, repentinamente atraído y atrapado por la belleza de la portada de la Casa de la Cultura. El visitante a la muestra al ingresar contempla con curiosidad y deleite la obra del pintor.

La misma Casa de la Cultura es ya una obra de arte atrayente en virtud de su portada que fue de la antigua Casa de las Bombas de la colonia Condesa, construida allá por el arquitecto Alberto J. Pani a principios del siglo XX y que se integró al paisaje de Tlalpan gracias a los oficios del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez en 1988.

Los espectadores, pues, caen atrapados como mariposas al interior de la Casa de la Cultura para ser gratamente sorprendidos por la exposición “Alquimia del Color” de Emilio Juárez, quien dice haber empezado tarde a pintar, tras abandonar sus estudios de medicina. “Como resultado, el estudio de la anatomía es una continua búsqueda en mis bocetos y cuadros”.

La evolución de la obra del artista deviene en un manejo del color y de la figura que salta de lo telúrico a lo etéreo; de lo conceptual a lo simbólico. Su obra, exuberante, plena de símbolos y con un osado uso de la paleta no marca una tendencia específica, porque asegura el pintor: “Yo no creo que en la pintura de, por ejemplo, exclusivamente paisajes, marinas o bodegones, sino en insistencia del dominio de la línea, la figura y el color, que mezcla todas las referencias con las que el artista desea comunicarse con sus interlocutores. La obra, al fin, queda para ser leída o interpretada por el espectador que en la contemplación culmina la tarea creativa”.

Hijo de un maestro rural y una ama de casa, Emilio Juárez descubre su pasión por el arte desde temprana edad, pero no es sino hasta los 20 años que se empeña en el dibujo y la pintura e ingresa a La Esmeralda, pero la abandona al no querer constreñirse al academicismo. De igual manera acude a la Academia de San Carlos y aunque ensaya algunos bocetos siguiendo los lineamientos de los mentores, también huye para concentrarse en su propia búsqueda plástica.

Absolutamente convencido que era el arte su única tarea vital, al principio de su trayectoria comenzó a sobrevivir gracias a la elaboración de bastidores, pinceles y hasta pigmentos que en su propia casa manufacturaba para satisfacer su necesidad creativa y que también fueron teniendo demanda entre algunos de sus colegas. Casado con Florencia Chávez, quien fuera su modelo en los inicios de su carrera, el artista es padre de un hijo de 18 años, estudiante de música en el Centro de las Artes de Conaculta. “Mi esposa siempre ha sido paciente con mi proceso de pintar y desde que mis cuadros han sido del agrado de algunos coleccionistas o he ganado concursos para proyectos de gran formato, puede decirse que vivo exclusivamente de mi arte, aunque no soy cercano a ningún grupo de élite”, consigna el artista.

Aunque se niega a inscribir su obra dentro de alguna corriente, no puede disentir de la influencia que la Escuela Mexicana de Pintura le inspiró y, con modestia, sólo explica que su admiración y respeto por maestros que abrevaron de ella de manera más cercana, y a su vez lo influyeron de manera definitiva, como el maestro Raúl Anguiano, a quien pudo conocer de cerca y estudiar su obra.

La exposición “Alquimia del Color” que hoy se exhibe en la Casa de la Cultura de Tlalpan, contempla 21 obras de mediano y gran formato. Las obras tienen como línea narrativa la dialéctica entre la razón y el sentimiento; entre el racionalismo y la intuición; entre el símbolo y la concreción de la figura y las abstracciones que de ambas consiguen el equilibrio entre ellas y no una pugna”. Esta muestra apenas representativa de la incontable obra del artista estará abierta al público hasta el domingo 14 de septiembre.

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