*HUMANISMO SOCIAL
POR: JUAN CHAVEZ
(AGENCIA NOTISIFA) El presidente Calderón se echó el tiro en Santiago de Chile y ubicó la doctrina de su gobierno bajo el concepto de humanismo social.
Ni derechas ni izquierdas, dijo ante la socialista mandataria del país sudamericano, Michelle Bachelet y como queriendo aclarar paradas, estableció que en su gobierno se practica al humanismo social.
El humanismo fue un movimiento literario y filosófico surgido en Italia y extendido a la Europa en los siglos XIV y XV.
O sea, la doctrina no es nueva. No la ha concebido el Presidente. Ya existía, como reconocimiento del valor del hombre en su plenitud y el intento de “entenderlo en su mundo”.
Pero quizá no había necesidad de echar mano de la humanitas que desde tiempos de Cicerón se utiliza para referirse a la educación del hombre como tal y que por lo mismo lo griegos encajonaron en el concepto paideia.
El bien común es lo que el PAN, partido del Presidente, pregona como centro de sus principios doctrinarios, algo como la justicia social del PRI, que sólo ha quedado en simple enunciación.
Pero ¿hacía falta, en realidad, que Calderón se echara un clavado al pensamiento político de todos los tiempos, y se agarrara del humanismo para no entrar al conflicto de la geografía entre izquierdas y derechas?
Hace tiempo que esa geopolítica pasó a mejor vida y que en la actualidad, sin signos políticos o con ellos, lo que realmente cuenta es la praxis. Aquí, precisamente, es dónde se aprecia si un gobierno funciona o no, en provecho, claro, del bienestar social clamado por los pueblos.
En plena crisis económica, con la recesión mundial que ya arrastra al planeta entero, cómo que entrar a definir las acciones gubernamentales dentro de las esotéricas ideas que hasta mediados del siglo XX ( Sartré, Pérez Galdós, etc.) parecían la gran novedad, cómo que es salirse por peteneras y no querer agarrar el toro por los cuernos.
Esto, porque en la cumbrera de la APEC, en Perú, el mandatario mexicano, y ninguno de los 21 asistentes, para acabar pronto, se atrevió a echarle en cara al decantado y ya casi ido de la Casa Blanca, George Bush, su pésima administración, que en 8 años llevó a la economía de la tierra al más espantoso desastre que ha vivido hasta ahora, incluida la Gran Depresión de 1929-1932.
Está claro que los 185 mil millones de pesos que en 2009 habrán de invertirse en el renglón de la educación, identifican al gobierno calderonista con el término humanismo que se utiliza también para referirse a toda filosofía que hace del hombre “la medida de todas las cosas”.
En todo caso, en ese humanismo, la Cámara de Diputados le entró con su cuerno al autorizarle al Presidente, para su política educativa, 40 mil millones de pesos más a los que había solicitado.
En cuestión de doctrinas políticas, los mexicanos ya tienen callo. No olvidan que Carlos Salinas se atribuyó el “liberalismo social” como definición “hartamente suya”, y ¿qué pasó? En los tiempos de recesión que corren, el país cabalga con índices de desempleo no vistos, además de que, en la desaceleración de la economía, están desapareciendo puestos de trabajo.
A lo mejor el “humanismo”, como el pueblo lo entiende, equivale a conmiseración.
Ni derechas ni izquierdas, dijo ante la socialista mandataria del país sudamericano, Michelle Bachelet y como queriendo aclarar paradas, estableció que en su gobierno se practica al humanismo social.
El humanismo fue un movimiento literario y filosófico surgido en Italia y extendido a la Europa en los siglos XIV y XV.
O sea, la doctrina no es nueva. No la ha concebido el Presidente. Ya existía, como reconocimiento del valor del hombre en su plenitud y el intento de “entenderlo en su mundo”.
Pero quizá no había necesidad de echar mano de la humanitas que desde tiempos de Cicerón se utiliza para referirse a la educación del hombre como tal y que por lo mismo lo griegos encajonaron en el concepto paideia.
El bien común es lo que el PAN, partido del Presidente, pregona como centro de sus principios doctrinarios, algo como la justicia social del PRI, que sólo ha quedado en simple enunciación.
Pero ¿hacía falta, en realidad, que Calderón se echara un clavado al pensamiento político de todos los tiempos, y se agarrara del humanismo para no entrar al conflicto de la geografía entre izquierdas y derechas?
Hace tiempo que esa geopolítica pasó a mejor vida y que en la actualidad, sin signos políticos o con ellos, lo que realmente cuenta es la praxis. Aquí, precisamente, es dónde se aprecia si un gobierno funciona o no, en provecho, claro, del bienestar social clamado por los pueblos.
En plena crisis económica, con la recesión mundial que ya arrastra al planeta entero, cómo que entrar a definir las acciones gubernamentales dentro de las esotéricas ideas que hasta mediados del siglo XX ( Sartré, Pérez Galdós, etc.) parecían la gran novedad, cómo que es salirse por peteneras y no querer agarrar el toro por los cuernos.
Esto, porque en la cumbrera de la APEC, en Perú, el mandatario mexicano, y ninguno de los 21 asistentes, para acabar pronto, se atrevió a echarle en cara al decantado y ya casi ido de la Casa Blanca, George Bush, su pésima administración, que en 8 años llevó a la economía de la tierra al más espantoso desastre que ha vivido hasta ahora, incluida la Gran Depresión de 1929-1932.
Está claro que los 185 mil millones de pesos que en 2009 habrán de invertirse en el renglón de la educación, identifican al gobierno calderonista con el término humanismo que se utiliza también para referirse a toda filosofía que hace del hombre “la medida de todas las cosas”.
En todo caso, en ese humanismo, la Cámara de Diputados le entró con su cuerno al autorizarle al Presidente, para su política educativa, 40 mil millones de pesos más a los que había solicitado.
En cuestión de doctrinas políticas, los mexicanos ya tienen callo. No olvidan que Carlos Salinas se atribuyó el “liberalismo social” como definición “hartamente suya”, y ¿qué pasó? En los tiempos de recesión que corren, el país cabalga con índices de desempleo no vistos, además de que, en la desaceleración de la economía, están desapareciendo puestos de trabajo.
A lo mejor el “humanismo”, como el pueblo lo entiende, equivale a conmiseración.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario